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@José Miguel Esteban

SATÉLITE ARTEMIS


 

Sábado, 14 de julio de 2001.
Fracasa la puesta en órbita del satélite europeo Artemis La ESA duda entre acortar su tiempo de vida o reducir sus prestaciones.
Ya se había brindado. «Por el satélite Artemis, que pondrá a Europa a la cabeza de las telecomunicaciones», decía ayer el presidente de la Agencia Espacial Europea (ESA), Antonio Rodotá, tras comprobar desde Italia, en las pantallas del Instituto Europeo de Investigación Espacial (ESRIN), cómo el cohete Ariane 5 partía desde la base de Kourou, en la Guyana francesa, con la última joya de la corona de la ESA: el satélite Artemis.
Los ingenieros de 12 países europeos han tardado más de 10 años en ponerlo a punto.

Su coste, 150.000 millones de pesetas de los que España ha invertido el 7.5%. Su objetivo: revolucionar con su innovadora tecnología las comunicaciones por satélite, desde Internet hasta el posibilitar la localización casi instantánea de barcos, aviones y camiones o la comunicación entre los distintos satélites que pululan alrededor de la Tierra. Hasta su combustible es revolucionario: utilizará propulsión iónica en lugar de la tradicional hidracina. Un novedoso sistema ionizará el gas xenón cada vez que el satélite pierda altura. La ventaja es que necesitará menos combustible para subsistir por lo que tendrá una vida de 10 años.

    

Tras el brindis, el aplauso de las más de 300 personas concentradas en ESRIN, entre las que estaban todos los altos directivos de las empresas de telecomunicaciones más importantes de Europa. Después comenzaron a desalojar la sala. Era casi la una de la madrugada. Sólo un pequeño grupo de ingenieros de la ESA seguía con los ojos desorbitados los avatares del cohete Ariane 5. «No entiendo cómo la gente se va. El momento más delicado no es el comienzo del lanzamiento sino cómo se van consumiendo las fases para ponerlo en órbita», señalaba el director del Departamento de Telecomunicaciones de la ESA, José María Casas.

Problemas.
De repente, se hizo un gran silencio en la ruidosa sala. Hablaba la base de operaciones de Kourou: «Problemas. Hemos detectado un problema en la tercera fase. Repito. Hemos detectado un problema en la ignición: el cohete no ha dejado el satélite en la órbita programada, 36.000 kilómetros de altura.
Está a 17.500 kilómetros, pero tenemos el control. ¿Me escucha Italia? Repito: tenemos todo el control». Rodotá ni siquiera pudo salir de la sala. «Hay que exorcizar la mala suerte», clamaban al unísono varios invitados. A 36.000 kilómetros de altura el satélite siempre está en la misma posición respecto a la Tierra porque gira a su velocidad (órbita geoestacionaria). La gravedad es escasa y no necesita mucho combustible para orbitar.
Pero a 17.000 kilómetros necesitaría casi el doble de velocidad para mantenerse. Es decir, gastaría el doble de combustible por lo que duraría la mitad del tiempo programado de vida útil, previsto en 10 años. «Hay que subirlo para que cumpla sus prestaciones», explicaban los técnicos. Pero para hacerlo se necesitaría mucho combustible, por lo que también se acortaría su vida. «Tenemos que calcular cuál es la mejor solución de las dos posibles: dejarlo o subirlo. Es un motivo de preocupación. Es prematuro aventurar qué pasará. No obstante el satélite no está descontrolado. «Podemos dirigirlo perfectamente», explicaba Rodotá ya bien entrada la madrugada. A última hora de ayer la ESA barajaba aún las dos opciones: subirlo totalmente a 36.000 kilómetros y acortar su vida o dejarlo a una órbita media, lo cual disminuiría sus prestaciones pero no su vida. Hasta dentro de una semana no se conocerá la elección de la Agencia.

Miércoles, 25 de Julio de 2001.
La ESA espera conseguir este año la recuperación del satélite 'Artemis'.
Los ingenieros de la Agencia Europea del Espacio (ESA) y de la empresa Altel tienen ya un plan para intentar recuperar el gran satélite experimental de telecomunicaciones Artemis, que fue dejado en una órbita incorrecta por un cohete Ariane 5 el pasado 12 de julio, debido al mal funcionamiento de la segunda etapa del cohete. Para que pueda realizar la función de repetidor de gran capacidad para la que fue diseñado, el Artemis debe quedar en órbita geostacionaria (a casi 36.000 kilómetros de altura sobre el ecuador) y 21,5 grados este.
El plan de recuperación intentará situar el satélite en su posición correcta con el menor gasto de combustible de forma que su vida útil prevista de 10 años se acorte lo menos posible. La primera maniobra para la recuperación del Artemis ya ha sido efectuada con éxito y ha consistido en un encendido de uno de los dos motores del satélite para conseguir una ligera elevación de su órbita original -fuertemente elíptica, de 590 kilómetros de perigeo y 17.487 kilómetros de apogeo-. Sucesivas maniobras de este tipo intentarán elevar el apogeo hasta los 31.000 kilómetros, manteniendo el perigeo aproximadamente en la misma altura. El satélite debía haber sido inyectado por el cohete directamente en la órbita de transferencia a la geostacionaria (858 kilómetros de perigeo y 35.853 de apogeo). La estrategia de recuperación, de cuatro fases, es novedosa porque se basa en que el satélite dispone de dos motores distintos, uno el habitual de apogeo y otro de tipo iónico, que consume gas xenón, destinado a mantener la orientación.
En la primera fase utilizará el motor de apogeo para alcanzar los citados 31.000 kilómetros. Posteriormente, con el mismo motor, se circularizará poco a poco esta órbita y se desplegarán totalmente los paneles solares y las antenas de forma que quede totalmente operativo el satélite. Es en esta fase cuando se realizarán todas las operaciones de activación y verificación de sus instrumentos. Después viene la última y crítica fase de hacer que el Artemis se traslade en espiral hasta los 36.000 kilómetros de altura impulsado por su motor iónico.
Se espera que esta fase dure cuatro meses y empiece en septiembre. Los técnicos esperan salvar el Artemis, pero no se atreven todavía a predecir la vida útil que le quedará tras esta complicada sucesión de maniobras. Este proyecto experimental de comunicaciones ha costado 150.000 millones de pesetas. Pretende abrir nuevos caminos, entre ellos la comunicación por láser, para las comunicaciones con la Tierra de satélites en órbita baja, incluida la Estación Espacial Internacional, y vehículos móviles en la superficie terrestre.
La empresa española Casa Espacio (actualmente englobada en EADS) ha fabricado su estructura, las cuatro antenas reflectoras y una plataforma para el experimento de comunicación por láser. También se quiere utilizar el Artemis para canalizar el enorme flujo de datos procedente del gran satélite europeo Envisat de observación de la Tierra, que se lanzará dentro de unos meses y es una pieza fundamental en el funcionamiento del sistema EGNOS de localización, el precursor del sistema GPS europeo ya aprobado, que se llamará Galileo.