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@José Miguel Esteban |
PROGRAMA GÉMINIS (6) TITÁN II
  
Tripulantes: Walter M. Schirra Jr. (1) Thomas P. Stafford (1)
Fecha de la misión del 15 al 16 de Diciembre de 1965 (25:51:24)
Domingo, 12 de Diciembre de 1965
El Centro Espacial Kennedy, Cabo Kennedy por entonces, hervía de actividad la mañana del domingo
El cohete Titán II con Schirra y Stafford en la cápsula Géminis 6 enciende sus motores. Menos de un segundo y medio después los apaga imprevistamente.
En la plataforma, la Géminis 6 con Walter Schirra y Tom Stafford estaba lista para ser lanzada hacia el primer intento de encuentro en el espacio con la Géminis 7, que había despegado ocho días antes con Frank Borman y Jim Lovell para una estancia récord de dos semanas en órbita.
Lograr que dos naves se encontraran en el espacio era vital para los planes de la NASA de llevar hombres a la Luna antes de que terminara la década, como lo habría prometido el presidente John Kennedy en 1961, en aquel célebre desafío a los rusos.
Las cosas ya no venían bien para la Géminis 6. Su misión original era encontrarse en vuelo con un segmento de cohete Atlas-Agena, pero cuando intentaron ponerlo en órbita en octubre de ese año estalló mientras se elevaba.
Al ritmo de un lanzamiento cada 45 días, la actividad no podía detenerse. El fracaso del Atlas-Agena inspiró entonces a los responsables del programa a improvisar un paso más audaz todavía: lanzar la Géminis 7 antes que la 6, y encargarle a ésta que persiguiera a su gemela y la encontrara en el espacio.
Eso esperaban cumplir Schirra y Stafford cuando, a las 9:45 de la mañana de ese domingo, el Titán que los impulsaría encendió sus dos motores.
Lo que sucedió inmediatamente después, a los investigadores les llevó semanas entenderlo.
Tras bramar y vomitar llamas y humo durante menos de un segundo y medio, los motores del Titán todavía sujeto a la plataforma se apagaron súbitamente. Y nada más sucedió.
Los controladores en el centro de lanzamiento vieron el reloj de la misión ponerse en marcha y sabían que eso ocurría sólo cuando el cohete se elevaba. Con desesperación volvieron sus miradas hacia la lejana plataforma, esperando ver a los astronautas salir disparados hacia arriba en sus butacas eyectoras.
Si, como indicaba el reloj, el Titán había empezado a elevarse cuando apagó sus motores, indefectiblemente caerá y sus 150 toneladas de combustible estallarán en una bola de fuego que cocinará a Schirra y Stafford. Por eso las reglas imponen a los astronautas no pensar y tirar del anillo de eyección que los arrancará de la Géminis, en la cima del Titán, los elevará un centenar de metros para que abran sus paracaídas y los hará caer cerca de la playa y lejos del infierno de la plataforma.
Pero nada, absolutamente nada sucede. Ni la Géminis se eyecta ni el Titán cae. Según los instrumentos, la misión ha comenzado sin lanzamiento.
¿Qué había ocurrido realmente?
La trepidación del encendido hizo que una clavija eléctrica del Titán se desconectara, lo que puso en marcha el reloj de la misión en el tablero de mando de la Géminis 6 y en el control de lanzamiento.
Un sistema de seguridad del Titán detectó una incoherencia: el reloj estaba en marcha pero no había movimiento vertical, y cerró preventivamente las válvulas de combustible hacia los motores. Otro sistema electrónico, el controlador maestro de lanzamiento, advirtió esta secuencia de anomalías y ordenó a los motores apagarse sólo 1,2 segundos después de haber comenzado la ignición. Los astronautas, entretanto, percibieron la trepidación del encendido, vieron correr el reloj y, en seguida, una alarma que les ordenaba eyectarse. Pero no lo hicieron porque Schirra, veterano de un vuelo solitario en una cápsula Mercury tres años antes, sabía qué se sentía al elevarse en un cohete y no era eso lo que su cuerpo le había indicado ahora, según declararía después.
Con su arriesgada decisión, Wally Schirra salvó al programa Géminis de la considerable demora que hubiera implicado la eyección y la consiguiente inutilización de una cápsula, además de los daños personales que hubieran podido sufrir, porque era sabido que las butacas no resistirían bien el golpe en tierra con un paracaídas a medio desplegar.
Pero Schirra no sólo le evitó ese trastorno a la NASA. Un par de días más tarde le dio un éxito rotundo cuando las Géminis 6 y 7 se encontraron por primera vez en órbita.
Sin embargo, el fogueado piloto de pruebas actuó como piloto y no como astronauta, cosa que a la NASA no le gustaba, al menos en aquellos días de carrera hacia la Luna.
Un piloto de pruebas vuela su avión "con el trasero", a fuerza de sensaciones, de coraje y de habilidad. Pero un astronauta debe hacerlo, primero, con el reglamento, y luego con el instrumental, y tiene que ignorar lo que le dictan su intuición, sus sensaciones y su parecer personal.
Y en eso, como en algunas otras cosas, la NASA no perdona a su gente. Paradójicamente, esa decisión de no abortar que salvó al programa y le dio un resonante triunfo a la agencia espacial, a Schirra le costó caro, ayudado también por su terquedad y su fuerte temperamento.
No volvió a volar en las siguientes seis misiones Géminis. Designado comandante de la primera Apolo tripulada, la Apolo 7, se enfrentó con Donald "Deke" Slayton, el jefe de astronautas, por las bajas exigencias reglamentarias sobre las butacas de la nave y el viento máximo permitido para el despegue, con las que no estaba de acuerdo.
Cuando por fin fue lanzado con Walter Cunningham y Don Eisele para probar en órbita terrestre la nueva cápsula, sabía que jamás llegaría a la Luna y así fue.
Tom Stafford, en cambio, debutante en la Géminis 6, voló después en la Géminis 9, acarició la Luna en la Apolo 10 y se retiró luego de comandar el primer encuentro de una nave norteamericana y una rusa en órbita, el proyecto Apolo-Soyuz.
Los astronautas Walter Schirra y Thomas Stafford volaron al espacio a bordo de la nave GT- 06 A Gémini 6 para realizar un encuentro con la nave Gémini 7, lanzada once dias antes.
Mediante unas complicadas maniobras Schirra y Stafford llegaron a acercarse a una distancia de unos 30 cm. de la segunda nave. Las dos estuvieron volando en formación durante más de 20 horas practicando maniobras que serían vitales para las futuras misiones Apolo.
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