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@José Miguel Esteban

CÓMO ES EL ATERRIZAJE


 

EL ATERRIZAJE

El comandante del transbordador, y el piloto, comenzarán los preparativos finales para el reingreso. Cerrarán los portones de la bodega de carga, que permanecieron abiertos para equilibrar la temperatura interior de ese compartimiento, y harán girar al transbordador hasta colocarlo cabeza abajo, con la cola hacia la dirección en que avanza y elevada unos 45 grados. Entretanto, los siete astronautas cambiarán su indumentaria de calle por los trajes rojos presurizados para protegerse de una pérdida imprevista de presión en la cabina.
Cuando el transbordador vuele a 385 kilómetros por sobre el Océano Indico, unos 1.500 kilómetros al oeste de la isla de Sumatra, proa a Australia, el comandante pondrá en marcha los dos poderosos impulsores de maniobras orbitales durante 2 minutos y 44 segundos para frenar drásticamente la velocidad de la nave.
Los impulsores no requieren encendido porque consumen reactivos hipergólicos, combustibles extremadamente tóxicos que arden espontáneamente al entrar en contacto entre sí, y que generan enorme potencia. Ahora, la gravedad terrestre se encargará de atraerlos hacia la superficie.

Un bólido de fuego.

El comandante y el piloto harán girar 180 grados al transbordador para situarlo de proa hacia la dirección en que avanza, con la nariz elevada unos 45 grados y con las alas paralelas a la superficie terrestre, la misma posición que un avión poco antes de aterrizar pero con el morro mucho más empinado.
De esa manera el transbordador expondrá su cubierta de mosaicos antitérmicos al calor que en pocos minutos más generará su entrada en las capas densas de la atmósfera.
Volando ahora a 7.620 metros por segundo, se internará en ellas a los 120.200 metros de altura, cuando cruce el Pacífico Sur proa a las costas centroamericanas y a 8.000 kilómetros de su destino.
La temperatura exterior crecerá rápidamente por la fricción del aire cada vez más denso contra el fuselaje. A los 79.600 metros de altura, el calor envolverá al tranbordador en llamaradas que treparán hasta los 1.650 grados. Hecho un cometa con una larga cabellera de fuego, atravesará el sur de Guatemala de costa a costa mientras la resistencia del aire será cada vez mayor y su velocidad progresivamente menor.

Pasada la altura del recalentamiento sobre el occidente de Cuba, el transbordador buscará bajar la nariz y mantener un ritmo constante de descenso. Verdadero ladrillo con alas, perderá altura a la friolera de 6600 metros por minuto, diez veces más rápido que un avión comercial.
Una sola oportunidad.
Guiado por las computadoras de a bordo y sistemas de navegación en tierra, el transbordador entrará en la Florida por los pantanos del sudoeste, dibujará una larga "S" en el cielo como lo hacen los esquiadores para caer sin acelerar dando dos estampidos secos y sucesivos indicarán que el transbordador pasó de velocidad supersónica a subsónica.
En ese momento el comandante tomará el control manual del transbordador, un joystick parecido al de las computadoras domésticas, y su vista se clavará en el Head Up Display (HUD), una proyección de datos numéricos de vuelo y marcas electrónicas sobre el parabrisas, que podrá leer sin apartar sus ojos del terreno. La maniobra no admite errores. A diferencia de un avión, que podría usar sus motores para abortar el descenso, elevarse y volver a intentarlo, el transbordador tiene una sola oportunidad porque baja planeando: sus motores están apagados y sólo puede valerse de los impulsores de maniobras orbitales para moverse lateralmente. Pasará unos cinco kilómetros al norte de la cabecera de la pista con rumbo Nordeste, y dará un amplio y vertiginoso rodeo a la izquierda para interceptar, con la nariz hacia el Sudeste, la prolongación del eje de la pista 15.
Exactamente 12,5 kilómetros antes de tocar tierra, el transbordador debe estar volando a 3000 metros de altura, acercándose a la friolera de 522 kilómetros por hora en un ángulo nueve veces más agudo (17 a 19 grados) que el seguido por un avión comercial (2 a 3 grados). Es en este punto donde comenzará el aterrizaje manual electrónicamente guiado, que lo conducirá con absoluta exactitud al eje de una pista de hormigón reforzado de 90 metros de ancho y 5000 metros de largo.
Con la vista siempre clavada en el HUD, el comandante verá cómo disminuyen su altura y velocidad, y con suaves movimientos del joystick deberá mantener centrada una marca romboidal que le indicará el camino exacto hacia el punto en el que debe posarse. Cuando deba levantar la nariz para cortar el descenso y prepararse a tocar tierra, un triángulo lateral irá subiendo por la derecha del HUD mientras dos marcas horizontales externas le señalarán la línea en la que deberá ver el horizonte. A 70 metros de altura bajará manualmente el tren de aterrizaje. Si un segundo después de impartida la orden no se hubiera cumplido, cargas explosivas en las compuertas de las ruedas estallarán y el tren bajará por su propio peso hasta trabar en posición. Las cuatro ruedas principales, distribuidas en dos juegos de dos bajo las alas, tocarán tierra a casi 350 kilómetros por hora.

Una pequeña explosión bajo el timón de dirección (vertical) liberará instantáneamente el paracaídas de arrastre que aumentará la resistencia al viento y reducirá la distancia necesaria para frenar.
Diez segundos más tarde se apoyará la rueda de nariz y se activará el freno aerodinámico, dos aletas que se abren a ambos lados del timón vertical para oponer más resistencia al avance. El transbordador ayudará con los frenos hidráulicos hasta detener completamente la nave alrededor de un minuto después de haber tocado tierra. Para ese momento, los vehículos de una brigada de expertos en descontaminación estarán llegando al transbordador y rápidamente revisarán que no haya emanaciones de los combustibles tóxicos del sistema de maniobras orbitales, que usó el transbordador para moverse lateralmente en el descenso.
Los astronautas, entretanto, reemplazarán sus trajes rojos presurizados por los mamelucos azules y esperarán la orden del equipo de apoyo en tierra para bajar. Serán saludados por autoridades de la misión, pasearán alrededor del transbordador en la tradicional inspección de la nave después de todo vuelo y unos 45 minutos después de haber tocado tierra serán llevados al Edificio de Operaciones y Despacho, donde están sus habitaciones, el mismo que dejaron para embarcar hace unos días.
Allí se reencontrarán con sus familiares y al día siguiente volarán a sus hogares en Houston, Texas .